sábado, 22 de junio de 2013

Una oración por la calle Cobertizo del Conde, demoliciones II parte.



Fotografía de Luís Ruíz Padrón. Demoliciones de los números 26 y 28 de calle Cobertizo del Conde.

En polvo, así han dejado reducidas las máquinas las dos casas que quedaban de una de las manzanas centrales de la calle Cobertizo del Conde. Tras haber demolido hace algo más de un año los números 22 y 24, ahora les ha llegado el turno a los dos siguientes, los números 26 y 28.

Ambas eran viviendas domésticas de dos alturas con balcones volados. El número 28 era una interesante casa que hacía esquina con calle Gómez de Salazar. Seguramente se tratase de una construcción de finales del siglo XVIII o principios del  XIX a juzgar por el balcón central sostenido por arbotantes de forja y la ventana que se abría a la cuesta de la calle Gómez de Salazar. Todas las rejerías de la casa eran de gran calidad. El número 26, por su parte, sí se correspondía con la tipología de vivienda del siglo XIX.

Obviamente allí estaban Francisco Ternero y sus esbirros expoliando los restos de estas construcciones para luego mercadear con rejas y vigas que decoren el cortijo o el chalet de algún personaje adinerado y bien relacionado.

Ahí  tienen su gran solar, su trofeo, una parcela yerma que sirva de basurero, de nido de ratas. Hasta que dentro de no sabemos cuántos años alguien sea capaz de deshacer esa especie de nudo Gordiano que fue el desastroso plan de las Tecnocasas y permitir la regeneración de la zona, eso sí, por delante se habrá llevado el paisaje urbano de una vía plagada de inmuebles históricos de los siglos XVIII al XX, no se salvará ninguno. Una oración por Cobertizo del Conde.

Número 28, esquina con Gómez de Salazar.

Cobertizo del Conde 26 y 28.


Ahora hablemos de los culpables de que esta muerte anunciada haya tenido lugar: 

El Ayuntamiento de Málaga (Partido Popular), totalmente despreocupado de estos asuntos.  En la mayoría de los casos sólo interviene para certificar la muerte de los inmuebles con su declaración en ruina e interviniendo subsidiariamente en su demolición si procede. Ni hace ni deja hacer, pone trabas a cualquier iniciativa que no parta de una institución gobernada por su mismo partido político.

La Junta de Andalucía (PSOE+IU),  desarrollando un plan sin pies ni cabeza, trazado en una época de bonanza económica. En Málaga sus proyectos son escasos y siempre parecen manifestar un gran complejo de inferioridad frente al Ayuntamiento local a la hora de plantearse, buscando más satisfacer los caprichos de una corporación que lleva años haciendo y deshaciendo a su antojo. Lo de las Tecnocasas era un plan para poder decir “yo ya he cumplido”, sin una verdadera vocación de regenerar un entorno.

Izquierda Unida, sabemos que en un año no se pueden solventar problemas que vienen de largo, y también conocemos las estrecheces económicas de la Consejería de Fomento. Sin embargo la inacción y dejadez de la misma sobre este tema es llamativo, y volvemos a lo anterior, acaban cayendo en el juego fácil de permanente confrontación con el Ayuntamiento de Málaga. Se echa en falta un mayor ímpetu sobre estos temas, un giro frente a la política patrimonial que ha dominado el panorama en las últimas décadas.

El mundo asociativo y cultural en general (en el cual nos incluímos) en el que las acciones de algunos parecen más encaminadas a lograr méritos personales que a lograr la efectiva salvaguarda del Patrimonio Local, cuando en realidad el fin último de todos es el mismo. En otras ocasiones se actúa de forma descoordinada, tardía y permitidme decirlo, torpemente. 

La Universidad de Málaga, es uno de los casos más sangrantes, ni está ni se la espera. Verdaderas eminencias académicas optaron o bien por cambiarse de bando y ser implícitamente cómplices de esta barbarie (no daremos nombres pero ahí están), o por limitarse a observar, desde la comodidad que le da su plaza en Filosofía y Letras, el devenir de las cosas. Evidentemente encontramos dos o tres excepciones, personas comprometidas, que al final, como todos, han de actuar aisladamente.

 Los arquitectos estrella, todos sabemos sus nombres (en este caso en singular). Odian las intervenciones puntales, de rehabilitaciones no quieren oír hablar. Se sienten cómodos con los magaproyectos, los grandes solares yermos. Les dan sudores las protecciones arquitectónicas (aunque luego las violen), las intervenciones arqueológicas son unos de sus mayores miedos.

jueves, 6 de junio de 2013

Próxima demolición de tres edificios históricos en Málaga

La noticia parece corresponder a una crónica de guerra, sin embargo sucede en pleno primer mundo, en el cosmopolitismo malacitano del siglo XXI: “Urbanismo permite la demolición de tres edificios históricos en el Centro de Málaga”, el quid de la cuestión quizás resida en el número “3”, pues desde hace décadas nos tienen acostumbrados a un lento pero incesante goteo de agresiones puntuales (legales e ilegales) contra el Patrimonio Histórico-Artístico de nuestra ciudad.

La lista de convocados a tan macabra reunión son tres inmuebles situados en diferentes puntos de nuestra ciudad, dos a intramuros (almendra histórica), calle de los Mártires y Tomás de Cózar, y otro en una de las zonas de expansión de la ciudad a partir del siglo XVI, en la calle Altozano (entorno de Lagunillas-Cruz Verde).


Fachada principal del edificio de calle de los Mártires 10.
El edificio condenado en la calle de los Mártires nº 10 se prolonga además por parte de la vecina  San Telmo, justo a las espaldas del mamotreto de muy dudosa calidad artística que es la ampliación trasera del Museo Carmen Thyssen. Más que de un inmueble habría que diferenciar dos partes. La fachada principal (la que da a la plazuela de los Mártires) se corresponde con una obra de finales del siglo XIX de estilo decimonónico burgués con una planta baja más dos alturas (B+2) separadas éstas por una línea de imposta.

En esta fachada se abren tres balcones volados por planta, contando todos ellos con una hermosa rejería de fundición con motivos geométricos. En la planta baja destacan (pese a las intervenciones que sufrió) sendas ventanas, a ambos lados de la puerta principal, con rejas a juego con las de los balcones.

La fachada que se abre a la calle San Telmo parece corresponder a un momento previo, quizás de finales del siglo XVIII  a juzgar por el tipo de balcones que presenta (de una factura más propia de esta centuria) y por la fábrica de su fachada en la que parece advertirse la presencia de pinturas murales delimitando el despiece de los ladrillos de la fachada. Quizás para guardar el ritmo de la composición de esta fachada, el que debía ser el vano central aparece sólo insinuado sobre el paramento, abriéndose pues dos únicos huecos por altura, siendo los de la primera planta balcones con un vuelo mayor que los de la segunda.

Tras años de abandono ni el denominado “efecto Thyssen” ni el propio Ayuntamiento, han logrado evitar que la propiedad del mismo se haga cargo de la conservación del inmueble, todo lo contrario, las ventanas abiertas denotan una estrategia clara de arruinar el conjunto para hacer más factible su demolición.


Fachada a calle San Telmo



Tomás de Cózar 15

 El segundo de los edificios es el número 15 de la calle Tomás de Cózar. Si exceptuamos los baños árabes es la única casa de la acera impar que pervive en esta importante vía que hasta hace pocos años acogía un buen número de edificaciones de gran calidad artística correspondientes a los siglos XVII, XVIII y XIX. Seguramente se trate de una vivienda de principios del siglo XIX o algo anterior; una casa totalmente descontextualizada de su entorno que de per sé no parece contar con características que justifiquen su conservación. Sin embargo la calle entera en su conjunto bien hubiese merecido un plan de mejora de sus inmuebles que sin duda hubiese preservado dignamente un conjunto urbano de gran importancia en nuestro centro Histórico. Sin embargo se optó por lo fácil, dejar que las casas se arruinasen, que unos pocos expoliasen sus materiales y que esta vía desapareciese prácticamente por completo. La vivienda en cuestión cuenta con planta baja más una altura (B+1), con un vano de entrada, ventana enrejada en el bajo, y un sencillo balcón volado en la primera altura. El interior se articula en torno a dos pequeños patios de luz.


Patio de calle Tomás de Cózar nº15.



Vivienda de calle Altozano nº18

El último de los condenados es el número 18 de la calle del Altozano. Se corresponde con una vivienda dieciochesca típica de la arquitectura popular de las muchas que había en esta calle hasta que fue prácticamente arrasada para acoger viviendas sociales. Lo cierto es que a la hora de autorizar la ruina del inmueble, desde la Gerencia de Urbanismo se han limitado a dar por hecho una cronología que en absoluto se corresponde con la de la casa. Así se han remitido a los datos del catastro y han concluido que el edificio databa de 1870 como bien se indica allí. Se echa en falta un poco de rigor por parte de una administración que debe hacer velar por el cumplimiento de la normativa y que debe gestionar los asuntos públicos, no haber hecho ni una simple inspección ocular del inmueble con el fin de determinar si éste era efectivamente más antiguo o contaba con elementos de interés. A la vista de los hechos desde este blog hemos puesto en conocimiento de la Gerencia de Urbanismo, que esta casa cuenta con pinturas murales al menos del tipo arquitectónico, con lo cual como mínimo su construcción se produjo unos cien años antes de lo que figura en el catastro.
 
Presencia de un fuste bajo las capas de cal
Fachada a calle San Cayetano
La vivienda consta de planta baja más una altura (B+1) cubierta por un tejado a dos aguas de teja árabe. La fachada principal tiene entrada a la vivienda y una puerta cegada a un local comercial. En la primera planta se abre un sencillo balcón volado y una ventana enrejada. La otra fachada da a la calle San Cayetano y es de mayor tamaño. Aquí los vanos de la planta baja están cegados, mientras que en la primera encontramos un balcón volado y sendas ventanas dispuestas de forma irregular. Es de destacar la presencia del recogeaguas de cerámica vidriada en verde y de un artístico farol de forja en la calle San Cayetano.


Los motivos que se esgrimen para autorizar la demolición de estas tres interesantes construcciones es el de la ruina económica (no técnica). Lo cierto es que es llamativa la incapacidad del Ayuntamiento de Málaga para recurrir a los mecanismos legales que garantizarían la salvaguarda de estos edificios, es decir la expropiación forzosa cuando se demuestra la inacción por parte de la propiedad o cuando ésta realiza labores encaminadas a conseguir la ruina del inmueble. Sin embargo el no recurrir a estos cauces es ya de por sí sintomático de que poco o nada se preocupa por el Patrimonio local más allá de si hay o no presupuesto para ello, pues en Málaga como en otros muchos lugares sí que hay arquitectos y promotores honestos y comprometidos con el gran tesoro que tienen entre sus manos. Es así de simple, el Patrimonio (en estos casos privado) debería ser entendido como un bien público que trasciende más allá de las manos que lo detentan, por ello la propiedad debe de ser consciente de este punto, y si verdaderamente se considera incapaz de gestionarlo o mantenerlo debe de recurrir a otros organismos e instituciones que sí sepan o quieran velar por el mismo más allá del afán meramente especulativo.