lunes, 31 de octubre de 2011
Sobre Arraijanal
En el último tercio del siglo I los habitantes de la Malaca romana asistían a una auténtica fiebre constructiva en su ciudad. No en vano unos años antes el más tarde denostado Domiciano le había otorgado el “ius latii”, lo que la equiparaba jurídicamente con el estatuto que Roma había dado a las ciudades del Latium tras la incorporación de esta región itálica a la República Romana.
En este contexto se elevaron nuevos edificios a la vez que se restauraron otros antiguos, como fue el caso del teatro romano. A esta época parece corresponder la decoración de “opus sectille” que recubría la orchestra y de la que aún existen fragmentos, así como gran parte de la decoración con la que contó la frons scaena.
En la sociedad romana estaba muy extendida una práctica denominada “evergesía”, ésta consistía en que importantes personajes de la vida local o regional se hacían cargo de costear eventos (espectáculos), edificios, estatuas o remodelaciones de importantes espacios cívicos. Y Malaca no fue una excepción. Sabemos por sendas inscripciones que en época flavia, Publius Grattius Aristocles y su esposa Pompeia Phylocyria donaron sendos pedestales de mármol blanco con sus respectivas columnas al espacio escénico en el contexto de la reforma de la frons scaena.
No sabemos en qué sector estaba basada la riqueza de este importante personaje, nos permitimos fantasear un poco, en el fondo no sería arriesgado pensar que poseyera instalaciones de salazones en la costa, actividad que proveía de importantes beneficios a sus propietarios dado el valor que alcanzaba el garum en la metrópoli, y que en las centurias posteriores sería el pilar sobre el que se sustentaría la economía de Malaca.
Por aquella época, a escasas millas romanas de Malaca, junto a la desembocadura del río Guadalhorce (no lejos de donde los fenicios fundasen una factoría unos setecientos años antes) se construyó una villa dedicada en su mayor parte a la obtención de recursos marinos y a la fabricación de garum. Siguiendo con nuestra fantasía bien podría haber pertenecido a P. Grattius Aristocles, quien con las cuantiosas rentas que las instalaciones le proveían, podía hacer generosas donaciones y por ende intervenir en función de sus intereses en los asuntos locales. La villa de Arraijanal parece abandonarse hacia el siglo III, siendo un paraje deshabitado que ha permanecido prácticamente ajeno a la mano del hombre a lo largo de cientos de años. Parte de las tierras fueron campos de labor y en el resto la naturaleza dio lugar a una franja costera virgen que contaba con la presencia de especies vegetales propias de este tipo de ecosistemas así como dunas de arena.
A principios del siglo XX se instaló en el lugar un cuartel de la Guardia Civil destinado al control de la costa. Éste era conocido por la gente de mar como “La Pitilla”, además cuentan, que debido a lo inhóspito del lugar en invierno (por el frío, la humedad y los temporales de levante) era destino de agentes sancionados por lo que era un destino poco ansiado. Allá por los años 70 dejó de tener uso, ello lo sumió en un estado de abandono y ruina que le confirió un fantasmagórico aspecto e hizo de sus muros una estampa típica de la zona hasta que el terreno fue subastado en 2008 y se procedió a la demolición de los restos.
En los distintos planes de ordenación urbana de Málaga (PGOU) este espacio venía siendo calificado como urbanizable. Así en los años 80 se construyeron dos viales desde la carretera del Campo de Golf hasta la playa como parte del inicio de la urbanización de la zona. Las distintas parcelas que componían el paraje pertenecían a diversos propietarios hasta que la empresa constructora Sacyr-Vallehermoso se fue haciendo con la mayor parte de las propiedades (en torno al 60%). Así se planteó la construcción de hoteles y varios cientos de viviendas en los terrenos del paraje. Incluso se llegó a anunciar una gran marina que pretendía llevar el mar tierra adentro creando una estampa que recordaba a Puerto Marina en Benalmádena. El Ayuntamiento de Málaga dio su total apoyo al proyecto a la vez que diversos colectivos se opusieron al mismo por la pérdida del último tramo de playa virgen de la capital. En este sentido y en el contexto de permanente confrontación entre administraciones, la Junta de Andalucía desautorizó el plan a la vez que habló de la creación de un gran parque metropolitano de 54 hectáreas que según el Plan de Ordenación Territorial de la Aglomeración Urbana de Málaga (POTAUM) de 2009, preservaba los terrenos de la construcción.
Pero llegó la crisis en una provincia cuya economía estaba basada en el ladrillo, el resultado es uno de los mayores índices de desempleo a nivel nacional, y es aquí donde aparece la figura de Abdullah Bin-Nasser Al-Thani un jeque qatarí (emparentado con la familia real de aquel emirato) que adquirió el Málaga C.F en 2010.
El resto de la historia es conocida por todos, el señor Al Thani se ha comportado como un auténtico evergeta del siglo XXI, ¿cómo?, con dos de los elementos más aglutinadores de la sociedad actual, trabajo y fútbol (panem et circenses).
En una ciudad en la que el fútbol moviliza masas sólo salen a la calle a festejar los triunfos futbolísticos (y no cuando les pretenden desmontar gran parte del Estado del Bienestar), no había mejor jugada para aterrizar con una cartera llena de negocios que hacerse con un equipo de fútbol cuya trayectoria en primera división daba pocas satisfacciones, y cuyos dueños no podían aspirar a fichar grandes estrellas. Así con el fichaje de jugadores como Baptista, Joaquín, Cazorla, Van Nistelrooy, ganó una primera batalla, la de la opinión pública, el Málaga sería un gran equipo, y todos contentos.
El otro “caramelo”, es son los puestos de trabajo que generaría el jeque si sus planes eran satisfechos. Un gran equipo necesita un gran estadio, y el de la Rosaleda no debe ser digno pese a haber sido totalmente renovado hace escasos años con fondos públicos. Así se habló de construir el denominado Qatar Stadium, un espacio para 65000 espectadores junto a una ciudad deportiva en la zona del Puerto de la Torre. Sin embargo pronto hubo un cambio de planes y ahora se habla de elevar la ciudad deportiva en la zona de Arraijanal (junto con un parque acuático y oficinas) mientras que el estadio lo haría al otro lado de la autovía, y claro habiendo dinero (y mucho) de por medio, todas las administraciones están de acuerdo, más cuando Al-Thani se compromete también a realizar el parque metropolitano de su bolsillo en otra muestra de evergesía.
Queremos que quede constancia de que no nos oponemos ni al jeque ni a su proyecto de club, sino a que sea semejante proyecto sea elevado en Arraijanal, existiendo espacios en los cuales medio ambiente y ciudadanía no se viesen afectados.
Hay una serie de razones que deben ser tenidas en cuenta antes de permitir intervenir en una zona tan sensible:
- No es de recibo que la legislación y las administraciones se plieguen a la voluntad e intereses particulares.
- Se trata del último tramo de playa virgen de la costa.
- Consideramos que la totalidad de los terrenos de dicho paraje deberían acoger un parque que recuperase la flora y fauna propias de este ecosistema como bien se planeó en su momento.
- La zona cuenta con importantísimos restos arqueológicos del tipo del Cerro del Villar (uno de los yacimientos fenicios más importantes de occidente), restos púnicos y una villa romana de la que sólo se ha excavado una parte.
- La zona ha venido padeciendo una gran presión urbanística durante los últimos años (Plaza Mayor, Decatlon, Leroy Merlín, Ikea, etc) sin que se haya contemplado prolongar el recorrido del metro hasta aquí. Sin ir más lejos la autovía se colapsa en la entrada a estos espacios comerciales, no queremos imaginar qué ocurriría si además se sitúa este gran estadio en la zona.
Pese a que barrios como San Julián y Guadalmar carecen de infraestructuras tan básicas como centro de salud, biblioteca, instituto o un transporte público de calidad, se pretende seguir “cargando” la zona con focos de afluencia de masas, sin que los vecinos de la zona vayan a ver mejorada su calidad de vida.
La jugada tiene otros elementos de gran brillantez, uno de ellos es la firma de un convenio entre el club de fútbol y la Unesco para promover la cultura de la paz, maniobra que supone el reconocimiento de la labor del club por uno de los más importantes organismos internacionales.
La actitud mostrada en todo el proceso por el Ayuntamiento de Málaga y en particular por su alcalde Francisco de la Torre es hasta cierto punto coherente con sus políticas. Con unas arcas municipales raquíticas y una de las deudas municipales más abultadas de este país, es difícil renunciar a los ingresos generados por convenios urbanísticos de este calado.
Existe una plataforma en Facebook llamada "Salvemos Arraijanal", de libre acceso, en la que econtrarán tanto un proyecto alternativo para este lugar como fotografías del espacio.
A la espera que la movilización ciudadana de sus frutos frente a la incompetencia de la clase política los especuladores se frotan las manos.
Poderoso es don dinero (…)
Las imágenes han sido extraídas de internet en su mayor parte.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Muy interesante yo añadiría que este proyecto sobre Arraijanal es mas de lo mismo,es seguir apostando por el turismo estacional y de trabajo precario en cambio si apostamos por mejorarlo como un espacio verde,con el tirón de Málaga y junto al Parque Natural del Guadalhorce podría convertirse en el Paraje Natural de Aves mas visitado de Andalucía y estaríamos ampliando y diversificando la oferta turística de Málaga y atrayendo turistas que no vengan solo para broncearse.
Creo que el PGOU interesa, ahora sí, ahora no. Yo me atrevería a decir que Guadalmar ha sido un barrio "pirata" entiéndase, ni ahora, ni antes se debería haber construído en esa zona.
Muy buen artículo, tiene ya unos años... pero cada vez que paso por allí, me da 100 patadas que se construya en una zona natural y de la última zona virgen que nos queda, además de los importantes restos arqueológicos...
Publicar un comentario