La zona de las Lagunillas nunca fue un espacio socialmente homogéneo. Así pues, en sus inmediaciones podían apreciarse desde corralones de vecinos hasta viviendas pequeñoburguesas.
Lo cierto es que la degradación de la calle de las
Lagunillas no se vio acompañada de un agudo proceso especulativo, en buena
parte por ser un espacio que quedaba “al margen” de zonas que gozaban de más
centralidad, además de lo poco atractivo de la zona tras establecerse decenas
de viviendas sociales en su entorno. Todo ello hizo que la calle mantuviese
gran parte de su fisonomía hasta hace pocos años, momento en el cual surgió la
idea de las “tecnocasas” y se diseñó una
promoción en esta calle.
El proyecto supuso –como ya decíamos en publicaciones
anteriores- la prohibición por parte de los propietarios de intervenir en los
inmuebles a la espera de su expropiación
por la Junta de Andalucía. Obviamente hay que admitir que pese a que este
proceso haya caído en saco roto, muchas de las viviendas se han conservado
–abandonadas-, acelerándose su proceso de ruina, tras lo cual su fin siempre es
el mismo: la piqueta.
A día de hoy en la calle de las Lagunillas se conservan tres
corralones, uno rehabilitado y otros dos totalmente arruinados y casi
desaparecidos. Nos vamos a centrar en estos dos, los correspondientes a los
números 42 y 44 de dicha vía.
Ambos carecen de cualquier elemento distintivo que advierta
al viandante de lo se esconde tras las fachadas. De hecho, éstas se asemejan estilísticamente a cualquier vivienda obrera
de finales del siglo XIX, planta baja con portal más una altura (B+1), tras lo
cual se abren cuatro patios muy alargados (dos por fachada) que comunican las
distintas salas que conforman el corralón.
En un principio ambos inmuebles quedaban dentro del plan de
las tecnocasas, por lo al no gozar de ningún tipo de protección arquitectónica,
serían demolidos para llevar a cabo el proyecto. Ahora que el mismo se
encuentra en un punto muerto y sin que ni las administraciones ni los
propietarios de los inmuebles puedan llevar a cabo ninguna intervención, el
abandono y la ruina avanzan a pasos agigantados ayudados por actividades
humanas –alentadas por la propiedad- destinadas a ir demoliendo el conjunto sin
que sea perceptible desde el exterior.
Si bien es perfectamente lógico que estos corralones no reproduzcan
las condiciones de vida que se dieron en otros tiempos, sí defendemos que se
conserve en lo posible su tipología como se consiguió (curiosamente de la mano
del mismo redactor del proyecto de las tecnocasas, Salvador Moreno Peralta) en
el corralón de Santa Sofía en los años noventa.
Las imágenes ilustran el deplorable estado de ambos corralones tras continuas acciones encaminadas a su total ruina.
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