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Estado del inmueble antes y después de la intervención. |
La construcción del edificio se sitúa en 1859 según los datos
que figuran en el catastro. Se trata de una pequeña construcción achaflanada
que se adapta con maestría a una parcela irregular en esquina.
Tipológicamente la construcción que ha existido hasta ahora se correspondía con una vivienda de planta baja más dos alturas (B+2) separadas por líneas de imposta. La fachada que se abre a la calle Juan de Padilla tiene dos huecos por planta habiendo un balcón volado y otro antepechado cerrados todos con unas hermosas rejas de forja con un estilo cercano al modernismo. La fachada de la calle Méndez Núñez se compone de tres huecos por planta (si contamos también al balcón del chaflán), todos ellos volados y con las mismas rejerías que el resto del conjunto.
El bajo se encontraba muy desvirtuado por los locales comerciales que había acogido.
Tipológicamente la construcción que ha existido hasta ahora se correspondía con una vivienda de planta baja más dos alturas (B+2) separadas por líneas de imposta. La fachada que se abre a la calle Juan de Padilla tiene dos huecos por planta habiendo un balcón volado y otro antepechado cerrados todos con unas hermosas rejas de forja con un estilo cercano al modernismo. La fachada de la calle Méndez Núñez se compone de tres huecos por planta (si contamos también al balcón del chaflán), todos ellos volados y con las mismas rejerías que el resto del conjunto.
El bajo se encontraba muy desvirtuado por los locales comerciales que había acogido.
Tras años desocupado y tras ser puesto en venta, el edificio ha sido adquirido para acoger el denominado “palacio nazarí” un establecimiento hostelero que pretende “recrear” un espacio andalusí a consta de desvirtuar profundamente un edificio decimonónico en bastante buen estado de conservación. Ello denota una falta total de criterio artístico por parte de los promotores de este proyecto, más aún cuando podía haberse llevado a cabo el proyecto sin atentar contra esta construcción y cuando existen otros muchos inmuebles en el entorno que con una inversión relativamente “asumible” podrían haber albergado este espacio.
Así las fachadas han sido profundamente modificadas: se han
suprimido los ritmos compositivos que venían dados por los volúmenes que
aportaban los recercos de los vanos y las líneas de imposta, habiéndose “alisado”
por completo las fachadas. Asimismo los vanos han sido reducidos y han pasado a
estar ocupados por elementos seriados de inspiración neoárabe que supone un
contraste nada armónico sobre un conjunto decimonónico.
Se ha eliminado la moldura que a modo de cornisa cerraba el
conjunto y han desaparecido los recogeaguas. En el interior puede observarse
cómo se han suprimido las distribuciones de los distintos espacios así como los
techos originales (en los que no sería extraño que existieran molduras y
yeserías muy típicas del siglo XIX). Por último la policromía elegida resulta
pesada al haberse perdido también los contrastes cromáticos que se daban en la
construcción anterior.
El único elemento que ha “resistido” a la intervención son
las rejerías de los balcones.
El resultado es un conjunto estridente y profundamente
desvirtualizado que supone un grave atentado sobre el patrimonio local en una
intervención que no es otra cosa que un paso más en el parque temático en que
se está convirtiendo nuestro Centro Histórico sin que desde la Gerencia de
Urbanismo se adopten medidas encaminadas a garantizar la preservación del
paisaje urbano.