miércoles, 15 de diciembre de 2010
Acueducto y Puente de la Fuente del Rey
El acueducto del Puente del Rey constituyó uno de los muchos intentos por surtir a Málaga del elemento vida en unos momentos en los que la ciudad veía como escaseaban los recursos hídricos. Los primeros estudios para la traída de aguas de este manantial se remontan al segundo cuarto del siglo XVIII con proyectos como el de Bartolomé Thurus (maestro mayor de las obras del puerto).
El puente del Rey constituía además una oportunidad para comunicar a Málaga con el valle del Guadalorce, dado que inexistían puentes estables que cruzasen este río. Se daba la circunstancia que todos los molinos harineros con los que contaba la ciudad se encontraban en la margen derecha del Guadalorce, ya que en la capital no había curso de agua que permitiese el funcionamiento de éstos, y que la harina no podía ser almacenada en la capital por el excesivo nivel de humedad que en ella había. Por ello, cuando éste registraba crecidas en Málaga escaseaba el pan agravando la ya de por sí maltrecha situación de la población local.
Los intentos del cabildo por garantizar el suministro de agua a la ciudad de Málaga hicieron necesaria la presencia de Toribio Martínez de la Vega en la ciudad. El lugar elegido para surtir de agua se encontraba en las inmediaciones de la actual barriada de Churriana a unos doce kilómetros de la capital. Así los planos fueron realizados entre 1725 y 1726 aunque con varias modificaciones posteriores, por ejemplo se pasó de 22 arcos proyectados en un principio a 57 en otros planos más tardíos.
El material utilizado para la obra fue en su mayor parte la piedra local, las canteras se encontraban en el entorno de Churriana.
A la muerte de Toribio Martínez de la Vega en 1733 el proyecto declinó sustancialmente. Pese a ello se siguieron invirtiendo caudales en el intento de hacer proseguir las obras, para lo que se requirió la intervención de figuras tales como Miguel de los Santos, José de Bada (terminador de las obras de la catedral) o el propio Martín de Aldehuela, sin que nunca se llegase a llevar a buen término ni el acueducto ni el puente sobre el Guadalhorce.
Las causas son varias entre ellas la siempre complicada situación de las finanzas del cabildo, la inexistencia de un proyecto bien definido y la muerte de su arquitecto inicial. Por otra parte no faltaron las presiones de los propietarios de la zona al intentar “especular” con las aguas y evitar el ocaso de su “negocio” (como ocurrió algo más de un siglo después con las aguas de Torremolinos) o simplemente por negarse a que las obras afectasen a sus propiedades.
Lo cierto es que ya a finales de siglo el proyecto había quedado en un segundo plano, fijando sus vistas el obispo Molina Lario en las aguas del Guadalmedina, e iniciándose así las obras del acueducto de San Telmo.
Aunque nunca llegase a terminarse, gran parte de lo construido fue usado para el riego de parte de la vega de Málaga.
Los restos más visibles se encuentran junto a la barriada de Zapata, a escasos metros del aeropuerto de Málaga. Bajo algunos de los arcos del acueducto muchas viviendas encontraron cobijo. Sin embargo la situación de degradación del puente es alarmante. Comparando fotografías de principios del siglo XX con la estampa actual, el puente ha perdido buena parte de su estructura, al haber sido “invadido” por casas o incluso haber sido despojado de sus sillares. Sobre sus restos la vegetación se abre paso.
La zona, sometida a una gran presión urbanística, ha sufrido la destrucción de parte del trazado del acueducto como ya denunció en 2007 el grupo municipal de IU.
A la espera que las administraciones “recuerden” que existe más patrimonio por el que velar más allá de la calle Larios, restos de importantes infraestructuras de su pasado desaparecen día a día.
En las imágenes pueden ver el estado actual del conjunto frente a estampas de principios del siglo XX (archivo Temboury) y un plano del proyecto inicial.
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2 comentarios:
Enhorabuena, una actualización genial con grandes curiosidades. Recuerdo cuando como me llamaban la atención ya desde pequeño esas pequeñas casas blancas adosadas a las grandes arcadas.
Está claro que en Málaga la cultura importa poco. Por suerte o desgracia el turismo de playa o la consolidación de la urbe como ciudad dormitorio, ha llevado a las distintas administraciones a explotar los recursos que dan dinero fácil y rápido, de ahí las grande intervenciones en materia de fomento.
Un ejemplo del caso opuesto lo encontramos en Córdoba o Sevilla, ciudades que viven del turismo cultural y que, por tanto, verán infinitas sumas de dinero para conservar su patrimonio, y no solo me refiero a la Mezquita o la Giralda.
Lo triste es que al final nuestro dinero se utilice para los intereses económicos de los de siempre.
Llevo casi 30 años en esta ciudad y sigo sin entender el poco compromiso cívico de Málaga. Debido a mi trabajo, muchos días nos desplazabamos a desayunar a dicha zona. Aparte de los "adosados" realizados bajo sus arcos, me temo que el trazado de la nueva ronda de circulación, terminará por afectarle. Como es posible que una ciudad deje caer de esta forma, todo su patrimonio. Con éstos avales es imposible concurrir a ser "Ciudad de la Cultura". Añadiremos esta obra a otra emblemática: El Acueducto de San Telmo. ¡Ay!, que pena.
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